Autores:
En los últimos años, hemos asistido a una profunda ampliación y mejora en los conocimientos existentes en el ámbito de la literatura científica sobre la actividad física, el ejercicio físico y el deporte.
Hoy se acepta que la práctica regular de actividad física constituye un pilar fundamental en el conjunto de los estilos de vida saludables, los cuales contribuyen a la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad.
Sin embargo observamos que, en la mayoría de los países de nuestro entorno, la práctica de la actividad física se había reducido progresivamente como consecuencia del desarrollo industrial y económico. Hoy en día la población general, y particularmente mujeres, ancianos y grupos deprimidos económica y socialmente, no alcanzan los niveles necesarios para el mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad, aunque en los últimos años vemos un cambio de tendencia en el caso de las mujeres, aumentando su participación en distintas actividades físicas y/o deportivas. Vemos como en el deporte de élite, son prácticamente el sustento del buen nombre de España en los Juegos Olímpicos.
En vista de esta desfavorable situación epidemiológica, las autoridades políticas y sanitarias han realizado y realizan esfuerzos de promoción para reducir el sedentarismo y aumentar la participación de la población en actividades físicas y deportivas.
El tipo de actividades realizadas (estáticas, contacto), la intensidad de las mismas (moderada, alta), el número de participantes y sus perfiles de riesgo (muchos de ellos mayores de 35 años (50%) e incluso mayores de 55 años), cambia el panorama favoreciendo la aparición de lesiones, enfermedades e incluso aumenta el riesgo de muerte súbita durante el deporte.
Como consecuencia de todo lo expuesto, los practicantes, la familia e incluso los profesionales reclaman mayor seguridad en la práctica del ejercicio físico y el deporte. El examen preparticipación (EPP) o reconocimiento médico deportivo previo (RMD), se propone como herramienta que contribuya a la reducción del riesgo durante el ejercicio y que aumente la seguridad en su práctica.
La falta de estandarización y la escasa formación de algunos profesionales en este tema nos anima a revisar y publicar esta serie de capítulos sobre RMD, en los que repasamos y destacamos algunos aspectos que, desde nuestra experiencia diaria, consideramos de interés para contribuir a que nuestros residentes de
medicina deportiva y cualquier otro profesional sanitario pueda desempeñar su labor preventiva, terapéutica y/o rehabilitadora, aumentando la seguridad de la población que practica ejercicio físico y deporte.
Cuando hablamos de rendimiento deportivo, hablamos en primer lugar de salud, ya que sin esta cualidad, difícilmente podremos entrenar y, es un factor que generalmente se olvida por parte de los entrenadores y o deportistas, acordándonos únicamente cuando viene la lesión y/o la enfermedad.
Pero dentro de los factores que influyen en el rendimiento deportivos se pueden encontrar distintas cualidades que hay que considerar para que no falle el resultado final.
Dependiendo de que actividad física estemos hablando veremos que influyen los factores ambientales, si la actividad física se realiza al aire libre o en sala y en que condiciones, lluvia, nieve, sol, frío, calor, con mayor o menor humedad, a nivel del mar o en la montaña, etc, ya que habrá que tomar diversas precauciones de cara a la deshidratación, nutrición, a la temperatura, a la piel, etc.
Por otro lado las condiciones antropométricas (morfología) de la persona, si está por encima o por debajo de los parámetros normales de peso, ya que condiciona un objetivo a seguir para entrar en esa “normalidad”.
Habrá que tener en cuenta que material utilizamos para la actividad y en que tipo de superficie trabajamos. No hay que caer en el error de escoger el mismo material que los grandes campeones, ya que, evidentemente, no tenemos las mismas cualidades ni condiciones que ellos. Tendremos que dejarnos aconsejar por los técnicos de una tienda especializada.
Igualmente hay que valorar en que tipo de superficie realizamos la actividad; por ejemplo si corremos por asfalto, además de ser una superficie muy dura, al correr, por motivos de seguridad con los coches de frente, tendremos siempre la pierna izquierda más baja que la derecha (correremos inclinados), lo que supone que tras unos cuantos kilómetros cada día una sobrecarga que pasará seguro factura en toda la estructura ósea y muscular.
Hay que tener en cuenta, en función de nuestras características que tipo de esfuerzo debemos realizar, más agresivo, más conservador, etc.
Es por ello que debemos realizar un reconocimiento médico deportivos que nos aclare y recomiende cuales son nuestras carencias y potenciales.
En base a eso conviene recordar cuales son los objetivos de la medicina deportiva:
Pero dado que estamos trabajando en un campo donde intervienen, o deben intervenir otros profesionales, como son los licenciados en CAF (Ciencias de la Actividad Física), fisioterapeutas, entrenadores, etc, conviene conocer (no inmiscuirse) su trabajo, mediante el intercambio de información, con el fin de entender hacia donde queremos ir y qué es lo que se está realizando. Hay que conocer la terminología, los sistemas etc.
Para todo esto conviene seguir, desde el punto de vista médico las siguientes pautas de trabajo según queda reflejado en la figura 1.
El RMD es, en principio, igual para cualquier deporte, independiente del modelo específico elegido, debe incluir unos componentes mínimos.
La mayoría de los consensos sobre cribado y reconocimiento médico deportivo, reconocen la importancia dela historia clínica como parte fundamental de los mismos.
El The Physical Activity Readiness Questionnaire “PAR-Q & YOU” es una experiencia canadiense con larga trayectoria, que se ha ido modificando desde su origen
en 1986, con una nueva versión en 1992 y que recientemente en el 2011 se revisa y completa con el Physical Activity Readiness Medical Evaluation “ePAR-Med+”, con versiones en papel y on line.
Por favor, siéntase libre de usar los siguientes enlaces para acceder directamente a los programas en línea PAR-Q + y ePARmed-X +.
Cualquier respuesta positiva a las 8 preguntas de este cuestionario, obliga a cumplimentar e l cuestionario complementario “PARmed-x +”, que determinará finalmente la necesidad o un consulta o reconocimiento más completo con o sin pruebas complementarias, que establecerán los criterios de autorización o limitación para la práctica de ejercicio físico.
Cada una de estas preguntas o situaciones nos conduce a distintas baterías de cuestiones que finalmente establecen la necesidad o no de estudios complementarios para autorizar o limitar la práctica de ejercicio físico y deporte. Este cuestionario básico, aunque ya no tan básico, podría utilizarse como cribado inicial de grandes poblaciones que desean practicar el deporte del fútbol, y que desean conocer si existe la necesidad de mayores estudios o la indicación de un reconocimiento médico deportivo más completo. Se comienza con el PAR-Q & YOU (Tabla 1) y si precisa se continúa con el PARmed-X + (Tabla 2).
Una vez hemos obtenido los datos pertinente a través de los cuestionarios podremos profundizar mediante la entrevista. En la Historia Clínica vamos a recoger todos los aspectos pertinentes que tengan relación con la actividad física:
En los antecedentes personales se van a recoger datos como si ha habido enfermedades, lesiones o intervenciones quirúrgicas y qué secuelas pudiera haber dejado. Habrá que preguntar sobre aspectos específicos de la mujer de menarquia, ciclos, embarazos, menopausia, etc, que se desarrollará más explícitamente
en el capítulo correspondiente. Mención a tener en cuenta es en la ropa utilizada y qué tipo de sujetador utiliza.
En los antecedentes familiares se preguntará sobre aquellas situaciones de familiares cercanos (abuelos, padres, tíos, hermanos) y que tengan relación con enfermedades de tipo hereditario.
A nivel deportivo, el tipo de deporte, desde cuando se practica, cuantos días, duración de las sesiones, material, objetivos a corto, medio y largo plazo; tipo de entrenamiento; material utilizado; etc.
Es importante, antes de acometer la exploración hacer una incursión por la forma de comer de los deportistas, cuantas veces come, qué come, cuanto bebe, si tiene hábitos tóxicos, etc, con el objetivo de reafirmar o reorientar este aspecto. Este apartado se amplia en el capítulo correspondiente.
Igualmente es de gran interés el conocimiento sobre el uso de sustancias o fármacos. Muchos de ellos pueden generar problemas cardiovasculares (Beta-2 agonistas, metilxantinas, antidepresivos tricíclicos, macrólidos, vasoconstrictores nasales), y otros broncoespasmo (betabloqueantes, antinflamatorios, ácido salicílico, etc.). Así mismo debe interrogarse e investigar el uso y consumo de sustancias dopantes. Todas ellas además de estar prohibidas, pueden ocasionar graves problemas de salud.
Una vez establecidos estos pasos, pasamos a la exploración física que deberá atender, tanto a aspectos generales para todo tipo de pacientes, como a aspectos específicos de las distintas etapas de la mujer.
Un aspecto a tener en cuenta es la realización de una analítica de carácter general para completar el estudio.
A partir de este momento se procede a la realización de distintas pruebas que nos van a aportar información sobre el funcionamiento del organismo.
Analizando el consenso establecido por el American Heart Association (AHA) y el American College of Sports Medicine (ACSM), el American College of Cardiology (ACC), el International Health Racquet and Sports Clubs Association (IHRSA), y el Young Men’s Christian Association. American College of Sports Medicine (YMCA) (Balady 1998), podemos definir los componentes del RMD, según diferentes variables: Se definen como deportistas de alto riesgo para sufrir un evento cardiovascular aquellos que muestren uno de los siguientes datos:
Cardiovascular
Desde el punto de vista cardiovascular, es necesario interrogar al sujeto sobre la presencia de síntomas comunes y específicos (mareo, síncope, angor, disnea, ortopnea, disnea paroxística nocturna, palpitaciones, latidos o pulso anómalos, edemas, oligoanuria, tos, etc.).
La AHA (Asociación Americana del Corazón), al igual que el COI recomienda interrogar ineludiblemente sobre la presencia de: dolor torácico relacionado con esfuerzo, presíncope o síncope, disnea de esfuerzo inexplicada o la presencia de latidos irregulares o palpitaciones cardíacas.
El dolor de pecho para el paciente suele ser difícil diferenciarlo entre una angina y un infarto, por lo que convine orientar la entrevista sobre el tipo de dolor, como se ha desencadenado (esfuerzo, anemia, taquicardia, etc.). y sobre todo su duración para diferenciarlo de otras patologías.
La disnea es un síntoma subjetivo que refleja dificultad para introducir aire, respirar. En un deportista con disnea inexplicada, lo normal es pensar en una causa de origen cardiorrespiratorio, sin olvidar otras posibilidades como la disnea fisiológica del esfuerzo, la derivada de la ansiedad, etc. que pueden confundir al propio paciente y al profesional. Aunque la disnea es un dato subjetivo, existe una clasificación para cuantificar el grado de disnea, en función del esfuerzo necesario para provocarla. Si un deportista presenta palpitaciones o taquicardia, suele relatarla de diferentes modos: percepción de latido, ausencia de latido, latido añadido, sensación de salto o vuelco en el corazón, ritmo rápido, etc., y en todas ellas acude con gran preocupación.
Las sensaciones transitorias, aisladas, suelen relacionarse con latidos prematuros o ectópicos, de naturaleza más benigna e incluso no cardiovascular sino psicógena o por excitantes o estimulantes. Las que se mantienen en el tiempo y desencadenan bradicardias o taquicardias sostenidas pueden relacionarse más fácilmente con arritmias lentas o rápidas que requieren, al menos, un estudio electrocardiográfico inicial.
Si el jugador nos comenta que tiene edemas, trataremos de averiguar si es de origen cardíaco o no cardíaco (insuficiencia venosa, hepático, renal, alérgico, tiroideo, etc.). Los de origen cardíaco, de aparición progresiva y tardía, suelen originarse por fallo de la bomba cardiaca derecha, precedidos normalmente de oligoanuria y aumento de peso, se acompañan de ingurgitación yugular y disnea. Aumentan con la bipedestación y se reducen con el decúbito.
En capítulos sucesivos se vuelve a incidir en las distintas pruebas de exploración.
El electrocardiograma de reposo
En España, se ha publicado a través de una comisión de expertos en reconocimiento médico deportivo para deportistas, promovida por el Consejo Superior de Deportes (CSD), que en su documento-borrador inicial, establece la importancia de los componentes básicos, en este caso el ECG de reposo como pieza fundamental para dar el visto bueno. A través de esta prueba vamos a valorar el funcionamiento del corazón, como prueba previa imprescindible.
La espirometría
Previamente a la realización de una prueba de esfuerzo se realiza sistemáticamente una espirometría forzada. Es una prueba que refleja de forma global las
propiedades mecánicas del aparato respiratorio y nos permite valorar la capacidad ventilatoria de la deportista. Por este método se obtienen las siguientes variables espirométricas:
Las deportistas, por término medio, presentan unos valores espirométricos por encima de los estimados para sus características antropométricas. La CVF, el VEMS y el PEF se encuentran entre un 10 y un 20% por encima de lo estimado.
Cualquier patrón alterado, especialmente obstructivo, nos induce a valoraciones más profundas en una unidad específica de asma o de enfermedades respiratorias inducidas por ejercicio; en estos casos mediante pruebas complementarias (broncodilatación, provocación con ejercicio o fármacos, determinación de óxido nítrico espirado, etc.), para descartar patologías ocultas limitantes.
Analítica
Normalmente se recomienda una analítica en el RMD, que consiste en un hemograma completo con una bioquímica básica. En las deportistas jóvenes sanas no está justificada de rutina ninguna analítica. Tan sólo se solicitaría cuando deseemos valorar factores de riesgo cardiovascular, disminuciones de rendimiento no justificadas, presente síntomas o signos derivados de la anamnesis y exploración física, o su nivel de entrenamiento sea muy elevado, con grandes volúmenes e intensidades de trabajo, o por sus condiciones específicas, tal y como se desarrolla en los capítulos correspondientes.
En determinados casos se demanda un control bioquímico del entrenamiento, pudiendo analizar algunos de los parámetros que diversos autores han postulado como marcadores de la fatiga.
Especial consideración en el deporte femenino, de cierto nivel, con volúmenes e intensidades de entrenamiento, solicitando un perfil férrico como cribado, pues ha demostrado coste-eficacia en el grupo de mujeres sexualmente activas (menstruantes), para cribar anemias y sobre todo estados carenciales con déficit de ferritina.
Podemos valorar las alteraciones de la pisada durante la práctica del deporte habitual. Las plantillas pueden ser colocadas dentro de las botas del futbolista y realizar el estudio de las presiones plantares en diferentes acciones del juego, mediante la simulación de gestos técnicos.
Desde un punto de vista practico, el sistema nos permite analizar la huella plantar estática y dinámica después de realizada la corrección correspondiente y comprobar las modificaciones producidas, tras analizar la pisada o el gesto técnico correspondiente antes y después del tratamiento. (Figura 2 y 3).
Prueba de esfuerzo
Existe cierta controversia a cerca de la necesidad de una Prueba de Esfuerzo (PE) como parte del RMD. La importancia de la PE se basa en la contribución que puede hacer al cribado de ciertas patologías y en la aportación de datos funcionales para la valoración de la condición fisiológica del deportista.
En la actualidad se considera que los sujetos sanos (asintomáticos, sin factores de riesgo ni enfermedad), no precisan un test de esfuerzo hasta los 40 años; sin embargo recientemente se está imponiendo la obligatoriedad, siguiendo la estela de países cercanos, de realizar esta prueba previo a competiciones populares.
Los tests aeróbicos, a través de pruebas sobre ergómetro (cinta rodante o cicloergómetro) y mediante criterios ventilatorios para obtener el consumo máximo de oxígeno y los umbrales aeróbico y anaeróbico, nos sirven para evaluar la respuesta cardio-pulmonar al estrés físico y como control del entrenamiento. En ocasiones se usan protocolos indirectos, es decir sin la toma de gases mediante mascarilla, que sirven para valorar la respuesta cardiovascular y respiratoria
de una forma más sencilla, pero también con menos datos de cara a la planificación y prescripción del ejercicio físico. El consumo máximo de oxígeno (VO2max) depende de varios factores como son la dotación genética, la edad, el sexo, si existe patología o no, el deporte o ejercicio realizado, el peso y el grado de entrenamiento.
El VO2max es la “moneda” de rendimiento que se utiliza muy frecuentemente. Actualmente está aceptado, que la capacidad aeróbica es una cualidad importante en los deportes de media y larga duración. La evolución que ha sufrido el deporte en cuanto a los sistemas de entrenamiento, planteamientos tácticos, etc..., ha tenido como consecuencia una mejora significativa en los consumos máximos de oxígeno medios obtenidos.
En la figura adjunta observamos la evolución del VO2max en mujeres en función del deporte y, a partir de un determinado punto, lo que podemos considerar patológico, compatible con una diversidad de patologías cardiacas, respiratorias, metabólicas e incuso, algunas de origen desconocido (Fig 4).
Una vez calculado el VO2Max, se calculan los umbrales, cuando se realiza una prueba con determinación de gases, con el objetivo de ser mucho más preciso en los mismos y en la planificación de las intensidades del ejercicio a realizar posteriormente.
Así vemos que hay una zona inicial o aeróbica, una zona de transición y una zona final o anaeróbica. Los puntos (o periodos) de cambio de una zona a otra son modificables con el entrenamiento o tipo de esfuerzo realizado, pudiendo localizarse el primer umbral entre un 50-80% del VO2max y el segundo umbral entre el 70-100%. Para una persona que realice deporte salud o deportes de medio fondo o fondo, les interesa tenerlos cuanto más elevados mejor.
Dado que el objetivo de este documento es divulgativo nos vamos a tomar ciertas licencias para explicar mejor este proceso. Por ello y salvando las distancias, la zona aeróbica la equiparamos a la nómina de una persona. En un momento dado, requiere una ayuda que la obtiene mediante una tarjeta de crédito. Cuanta más alta tenga la zona aeróbica (nómina) más tardará en entrar en la zona de transición (t. crédito); y una vez que entra, tardará menos en devolver lo gastado extra, si tiene una buena zona Aeróbica (Nómina). Por otro lado cuando tiene que realizar un esfuerzo extra, sobrepasa la segunda zona y entra en la Anaeróbica (Crédito), comportándose de forma similar (Fig 5).
Por ello si está mucho tiempo en la zona de transición y anaeróbica disminuirá considerablemente la aeróbica (nómina), entrando en fatiga más rápido de lo normal. Es decir deberá trabajar coordinadamente las tres zonas para optimizar el entrenamiento.
Situado en el Edificio Camino La Zarzuela 15, seguirá el modelo de fisioterapia integral que desarrolla Sanitas
El Revolution Ascend es el primer escáner cien por cien basado en inteligencia artificial del sector